La colaboración entre Google DeepMind y el diseñador Ross Lovegrove ha demostrado cómo la inteligencia artificial puede apoyar procesos creativos. Este innovador proyecto convirtió bocetos manuales en un prototipo físico real, utilizando modelos de generación de imágenes entrenados con el estilo único del estudio. Si te interesa el cruce entre arte, tecnología e IA, sigue leyendo.
Google DeepMind y diseño: una colaboración entre arte e IA
En este proyecto, Google DeepMind no actuó como diseñador, sino como desarrollador de una herramienta basada en IA generativa. La iniciativa busca en probar cómo la tecnología puede complementar el lenguaje artístico de diseñadores humanos. El equipo colaboró con Ross Lovegrove y su estudio para llevar a cabo un experimento: diseñar una silla completamente nueva a partir de bocetos y conceptos visuales entrenados en un modelo de IA.
La elección de la silla no fue casual. Se trata de un objeto con forma reconocible y función definida, ideal para probar los límites entre utilidad y estilo cuando se trabaja con inteligencia artificial.
Cómo entrenaron la IA para captar el estilo de Lovegrove
Para que la IA fuera útil en el proceso de diseño, era esencial que aprendiera el estilo distintivo de Ross Lovegrove, caracterizado por estructuras orgánicas, formas fluidas y patrones biomórficos.
El equipo de Google DeepMind utilizó Imagen, su modelo de generación de imágenes, y lo afinó con una selección curada de bocetos del estudio Lovegrove. Este entrenamiento específico permitió que el modelo comprendiera no solo la estética del diseñador, sino también su lógica estructural.
Además, el estudio desarrolló un vocabulario visual propio para guiar a la IA. No se trataba simplemente de pedirle a la máquina que generara una «silla», sino de comunicar ideas más abstractas como «estructura ergonómica con crecimiento natural», logrando así resultados más diversos y creativos.
Diseño con IA generativa: prompts, diálogo y prototipos
El proceso fue totalmente colaborativo. El estudio no solo proporcionó los datos, sino que también probó y afinó los resultados del modelo a lo largo del tiempo. A través de iteraciones constantes, los diseñadores aprendieron qué palabras y descripciones generaban las respuestas más relevantes.
Esta interacción se basó en prompts bien definidos y análisis visual de los resultados. El modelo reaccionaba a términos específicos, lo que permitía al estudio ajustar el lenguaje y obtener propuestas más alineadas con su visión artística.
Además, utilizaron Gemini, la plataforma de IA de Google, para explorar variaciones, materiales y perspectivas, lo que amplió las posibilidades de visualización en el proceso de diseño.
De la IA al objeto: una silla creada con tecnología de Google DeepMind
Una vez elegido el diseño definitivo, el equipo lo convirtió en un prototipo físico mediante impresión 3D en metal. Este paso demostró que la colaboración entre humano e IA puede ir más allá de lo digital y materializarse en un objeto funcional.
La silla final mantiene el estilo característico de Lovegrove, pero incorpora variaciones propuestas por la IA que enriquecen la forma. Según el propio diseñador, el resultado «trasciende el debate sobre diseño» y muestra que la inteligencia artificial puede aportar algo único y extraordinario al proceso creativo.
Este experimento entre Google DeepMind y el diseño con IA es una demostración más de que no se trata de reemplazar al diseñador, sino de ofrecerle nuevas herramientas. La clave está en la interacción entre lenguaje, estilo y tecnología. Una IA bien entrenada y guiada puede convertirse en un aliado para explorar formas, estructuras y soluciones impensadas.
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