Las relaciones emocionales y sexuales con chatbots de inteligencia artificial podrían estar ganando terreno y despertando un intenso debate social y ético. Ayrin (pseudónimo utilizado en la fuente oficial), una estudiante de enfermería de 28 años, compartió con The New York Times cómo personalizó un chatbot, al que llama Leo, para que encarnara su pareja ideal: «dominante, posesivo y protector». Esta relación no es una simple curiosidad tecnológica. Y es que plantea interrogantes sobre el impacto de la IA en nuestras vidas.
Un vínculo que va más allá de la tecnología
A pesar de estar felizmente casada, Ayrin pasa hasta 48 horas semanales interactuando con Leo y paga 200 dólares mensuales por el servicio premium que le permite mantener chats ilimitados. Esta dinámica ha generado en ella sentimientos de culpa por restar tiempo a actividades como el gimnasio o a su relación con su esposo. Según comenta, Leo le proporciona una conexión emocional que no ha encontrado en otros ámbitos, lo que preocupa a su círculo cercano, que percibe un desapego de la realidad.
Relaciones con IA: ¿el futuro de los vínculos emocionales?
Expertos en relaciones y tecnología, como Bryony Cole, presentadora del podcast Future of Sex, sugieren en el artículo de The New York Times que las relaciones con IA podrían convertirse en una práctica común en el futuro. La terapeuta sexual Marianne Brandon también respalda esta idea, señalando que las emociones desencadenadas por interacciones con chatbots son comparables a las de relaciones humanas, ya que los mismos neurotransmisores están implicados.
Sin embargo, no todos ven este fenómeno como algo positivo. OpenAI, creadora de ChatGPT, ha expresado su preocupación por el uso erótico de la IA y advierte sobre la posible dependencia emocional que estas interacciones podrían generar.
Las conexiones emocionales con la IA podrían ser un fenómeno en ascenso, pero también abren un debate complejo sobre cómo esta tecnología afecta nuestras vidas y relaciones tradicionales. El caso de Ayrin nos invita a reflexionar: ¿estamos preparados para una era en la que la IA pueda ocupar un lugar central en nuestras emociones?